Anterior
Mi obra nace de la intuición, de la vivencia con la idea, con el material y la pregunta. Se origina del oficio mismo y del trabajo en el taller. Mi pintura se convierte en ese hacer inevitable, en esa labor que me señala un camino.
Más que perseguir una intención generada por la razón, recibo los susurros que el oficio me regala. De estos naturalmente surge la necesidad de registrar el proceso, para indagarlo. Buscando ahí las respuestas que él me regala sin esfuerzo. Desde hace algunos años me registro pintando buscando entender lo que pasa en el taller.
Tomo fotografías digitales mientras estoy pintando. Busco repasar el acontecer en el taller como si fuera un espectador más. Para verme desde fuera y contemplarme, para entender. Compongo con ellas secuencias que muestran el paso del tiempo en la obra, en el taller y en mi. Imágenes simultaneas de un tiempo no lineal, un tiempo que salta. Una continuidad divergente donde la sucesión de instantes suspendidos no obedece a la secuencia real en la que se desenvolvieron los hechos, si no que da saltos buscando imágenes emotivas, ingrávidas, silenciosas. Un performance quieto y fragmentado. Una ventana a algunos instantes de un tiempo en el taller que antes permanecía oculto, imágenes que no deberían existir.
Reunir obra y proceso. Antes y después acompañándose, no sucediéndose, aparecen simultáneamente uno al lado del otro para ser contemplados. Para encontrarse. Para desafiar al tiempo.